Hola, ¿que tal?

Ya pasaron más de 3 meses desde mi último post. En el camino, pasaron muchas ideas variadas de cosas para escribir, desde temáticas como la democratización de la energía (eléctrica), a introspecciones más profundas o simplemente compartir imágenes, fotos o video.

Siempre lo voy dejando para cuando tenga un buen momento tranquilo, en el cual pueda  enfocarme en la temática, pero ese momento no llega.

Entre semana, la prioridad-secundaria es el trabajo; administrativo, promocional, estratégico, pero trabajo. ¿Porque digo la contradicción “Prioridad secundaria”? Porque la prioridad suprema es siempre mi hija, Alfonsina. Ya sea llevándola al jardín, yendo a buscarla, o cambiándole los pañales.

Después del trabajo, cuando estoy en casa, a veces me queda algo pendiente para terminar, pero si no, volvemos a la prioridad número uno; darle atención a Alfonsina. Estar con ella, jugar, conversar, bañarla, vestirla, darle de comer, y más tarde dormirla.

Después de dormida la beba, es el momento de la cena en pareja y después de esto, ya es tarde y básicamente hora de dormir.

Como manifestación clara de esto que escribo, entre la última oración y este nuevo párrafo pasaron aproximadamente 7 horas.

Y entre el párrafo anterior, y este, pasaron más de 48 horas.

¿Realmente se queda uno sin tiempo para nada cuando tiene hijos?

No, tiempo hay, pero las prioridades se ordenan de forma más rígida y uno tiene que elegir en qué prefiere invertir su tiempo. Por ejemplo, si estoy escribiendo o leyendo, y viene Alfonsina queriendo interactuar conmigo, largo todo y le doy la atención que me pide y se merece; más aún habiendo estado casi todo el día fuera de casa. Lo menos que puedo hacer es dedicarle el tiempo que tengo disponible para estar en familia.

Hay gente que piensa que esto es una carga, un peso o un problema. Yo no lo veo así, es simplemente como decía antes, las prioridades son otras, y son claras. Cuando dejo algo de lado para estar con mi hija, no lo hago con angustia prefiriendo haberme quedado haciendo lo que estaba haciendo en primer lugar; lo hago feliz en el alma.

Uno tiene que buscar momentos en los que pueda dedicar tiempo a si mismo, pero como esos momentos son mucho más escasos, recurrimos a la jerarquización y selección de las demás prioridades. Me puedo levantar todas las mañanas un par de horas antes y dedicarme a escribir, pero también ahí es cuando podría ir al gimnasio, salir a correr, o simplemente dormir y descansar más. Ganan las anteriores por sobre escribir; voy al gimnasio, practico meditación o duermo más, y no escribo.

Algo notorio que me pasó a mi con la llegada de un hijo -y supongo que le debe de pasar al 90% de las personas- es que el pasaje del tiempo se manifiesta con mucho más claridad, y la “velocidad” con la que el mismo pasa, es mucho más evidente. Esto creo que se dá por varios motivos. En principio, el crecimiento y desarrollo de los niños es tan radical que evidencia de forma dramática el pasaje del tiempo. Todas las semanas hay pequeños avances nuevos, todos los meses hay cambios y comportamientos nuevos, y en el correr de un año, pasan de ser como larvas inactivas a pequeños demonios enchufados a 380v. Por otro lado, está la escasez de tiempo, lo que lleva a uno a prestarle mucho más atención y ser consciente en cada momento libre de qué actividad podría estar realizando para aprovecharlo mejor. El desperdicio del tiempo es algo que toma mucho más presencia e importancia en el consciente de uno. Antes, podría perder tiempo mirando contenido sin sentido en la TV, alguna serie estúpida solo para pasar el tiempo. Ahora, cada vez que pierdo tiempo pienso que podría estar haciendo algo más productivo, ya sea de trabajo, como de desarrollo personal, o tareas del hogar; cualquier cosa que literalmente sirva para algo. En cambio, si decido “perder” el tiempo, hacerlo de manera que no sea tiempo perdido, si no invertido en mi mismo, en paz mental, como sentarse a mirar el lago o tirarse al sol.

Con un hijo bebé, todo momento compartido es un momento mágico. No basta solamente con estar presente de a ratos. Cada instancia tiene pequeñas cosas mágicas. Cambios de pañal, miradas, gestos, ruidos, palabras, sonrisas, tropezones, llantos; en todos siempre hay algo que hizo que ese momento valga la pena. Creo que esto es clave para verlos y vivirlos crecer. Desde que nació Alfonsina me han repetido incansables veces que la disfrute bien porque crecen muy rápido, cosa que es verdad, y ahí es donde está eso que digo de estar presente siempre, por lo menos un 99% presente. Si no, un día la mirás y pensás cuando habrá crecido tanto, con un leve sentimiento de nostalgia y lamento por haberte perdido algo. Creo que la clave está ahí, en pensar y darte cuenta que no te perdiste nada, y que mientras pudiste, siempre estuviste ahí.

2 Replies to “Mientras pude, siempre estuve ahí”

  1. Emanuel says:

    Hola Matias, excelentes palabras, muy interesante tu blog, te sigo desde hoy, abrazo.

    Reply
    1. mbaridon says:

      Gracias Emanuel! Me alegra aportar un granito de arena. Actualizo poco, pero espero que sigas considerando interesante lo que venga de acá en adelante. Saludos!

      Reply

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *