10 Year Plan

“Stop being patient and start asking yourself, how do I accomplish my 10 year plan in 6 months? You’ll probably fail, but you’ll be a lot further along than the person who simply accepted it was going to take 10 years!” – @elonmusk

Recién me crucé con esta frase de Elon Musk y me dejó pensando en un par de cosas. Lo primero y más obvio que se me vino a la mente es, “wow!, hacer en 6 meses lo que uno piensa realizar en 10 años!”. Pero prestándole un poco más de atención a la frase, se evidencia el concepto más importante de la misma, el “10 year plan”.

Tener un plan a 10 años parece algo trivial, seguramente la mayoría de la gente crea tener uno, pero al escarbar un poco vemos que no es así.
No es lo mismo tener una “idea” de donde estaremos en 10 años (considerando la evolución natural del pasaje de tiempo desde el punto donde estamos hoy) a tener un realmente un plan.

Al preguntarse donde se ve uno en 10 años, fácilmente pueda proyectarse a partiendo desde el presente. Por ejemplo, una persona con hijos chicos, seguramente responda que en 10 años se ve más maduro, en una linda y modesta casa con jardín, con una economía cómoda (no apretada pero tampoco holgada), y viviendo medianamente feliz; es decir, el estándar “American Dream”. Pero el problema con eso es que eso no es un plan, es meramente una proyección básica partiendo desde un punto conocido (el presente), y aplicándole un factor de evolución predecible (basado en el pasado reciente) y sumándole una gran cuota de optimismo, resultando en una imagen utópica de un futuro deseable y medianamente posible.

Elon Musk habla de UN PLAN.

Las diferencias pueden parecer sutiles pero son gigantes. Un plan tiene una meta clara y definida, pero además tiene hitos con plazo y objetivos a cumplir, necesarios para llegar a esa meta. Para llegar a la cima de una escalera, tengo antes que subir este y este y el otro escalón. En el ejemplo de la proyección anterior, simplemente uno se ve en la cima de una escalera tipo, mientras que en el plan, uno elige cual escalera subir (o imagina una escalera nueva), y define cuales son los pasos a dar para cada escalón, para luego terminar en su cima.

¿Cuantos de nosotros podemos decir que tenemos un plan a 10 años?
Lamentablemente no puedo decir que soy uno de ellos. Tengo claro hacia donde quiero ir en mi vida, pero no tengo una meta claramente definida con un camino proyectado, y me hace falta.

Hace un tiempo lei en algún lado (creo que en un libro, pero no recuerdo cual), un concepto para hacer un plan para empresas, que puede ser aplicado a otros aspectos, como la vida misma. Se trataba de hacer un /movie script/, es decir, un guión de una película, siendo la película lo que queremos que suceda Escribir el /movie script/ nos obliga a definir un desenlace y crear todo lo que sucede en el medio para llegar desde el punto de partida a ese desenlace deseado, y eso nos permite visualizar cual es el camino (tentativo) que debemos recorrer para llegar a donde queremos: que cosas tienen que darse, que cosas debemos empujar a que sucedan, etc. Luego, una persona más metódica o estratega puede desglosar ese guion en hitos y de esa forma trazar su plan.

La clave del plan o el guion es visualizar una camino a recorrer para llegar a donde queremos llegar. La realidad es que luego la vida nos tirará un montón de imprevistos que modificarán ese plan, e incluso probablemente modifiquen la meta, pero en la mayoría de los casos creo que eso no es un problema. Lo importante es que definiendo a donde queremos ir, iremos en esa dirección y no en sentido contrario. Podremos no llegar al punto exacto que marcamos en la partida, pero llegaremos a uno cercano, tal vez incluso más apropiado. Pero si no tenemos un plan, vamos tomando caminos de forma aleatoria, doblando en una esquina o en otra viendo solamente lo que hay a media cuadra sin tener en cuenta en que dirección vamos. Al final, terminaremos recorriendo kilómetros y kilómetros dentro del mismo pueblo, cuando podríamos habernos dirigido hacia las montañas y haberlas cruzado.

Aprender a Cancelar

Hoy estuve con una persona hablando de todo un poco. Fue como una verborragia de recuerdos y puesta al día en unos pocos minutos. 

Entre todo eso llegamos al tema de “proyectos pendientes”.

Puntualmente esta persona tiene un proyecto pendiente con un amigo en común, el cual llevan ya como dos años intentando realizar. 

A mi me habían invitado a participar del mismo y cordialmente decliné la invitación.

Por otro lado, hace unos minutos estaba repasando mi último post en mi blog, en el cual menciono un vídeo que tengo pendiente editar hace 2 años, y luego otro vídeo nuevo que iba a editar pero ni siquiera comencé.

Son un tema los “proyectos pendientes”. Esos proyectos paralelos a la vida diaria que pretendemos hacer por amor al arte. Es difícil, entre otras cosas, porque esa vía “paralela a la vida” por donde pretendemos llevarlos vive en nuestra imaginación más que en la realidad. En nuestra imaginación visualizamos una carretera doble vía donde los llevamos adelante, pero en la realidad es un camino vecinal muy angosto y lleno de pozos. La capacidad de soportar proyectos paralelos que tiene ese camino es mucho menor de lo que creemos. Esto lleva a que muchos proyectos nos queden colgados, lo cual tiende a provocarnos frustración.

¿Entonces que hay que hacer? ¿Hay que resignarse y vivir la vida atareada sin llevar proyectos personales por amor al arte?

Yo creo que se pueden y que se deben llevar proyectos paralelos, pero debemos ser francos y tener clara la capacidad que tiene ese camino vecinal por donde los mismos transitan. Para algunos es más grande y para otros no lo es tanto.

¿A que voy? A 2 cosas.

Primero, que hay que ser realista a la hora de sumar un proyecto paralelo. Ya sea que nazca de nosotros o que nos inviten a participar de uno. Generalmente pasa que a estos proyectos se le ponen plazos lejanos. Sabemos que no tenemos el tiempo para dedicarles full time, entonces, se ponemos un deadline medianamente lejano, y eso nos da la falsa sensación de que tendremos tiempo de cumplirlo. Lo que sucede en la realidad es que no le dedicamos tiempo al proyecto hasta estar cercano a ese deadline, y cuando él mismo llega, lo incumplimos, y todo se aplaza y de esa forma el proyecto que iba a llevar 6 meses lleva años.

Hay una buena técnica para tomar la decisión de sumarme o aceptar un nuevo proyecto (la misma no es mía, la leí por ahí), que es tan simple como evaluar si aceptarías el desafío si su deadline fuese en un plazo de una o dos semanas. En algún momento, ese deadline medianamente lejano, va a ser la semana que viene, y en ese momento estaremos igual de ocupados que ahora. Por ende, si no puedo considerar sumar ese desafío con un deadline de una o dos semanas de la fecha actual, ya lo rechazo. El vencimiento a mediano plazo es una falacia.

Segundo, hay que aprender a Cancelar. Acá vuelvo al caso de mis dos vídeos que tengo “colgados” hace ya aproximadamente 3 años. Algo que no mencioné en mi último post, es que ya los cancelé. En un momento pensé que capaz debía cerrarlos en su estado actual, exportarlos y subirlos a YouTube porque el hecho de que sean sin terminar era parte de lo que eran. Eran eso, vídeos sin terminar. Pero después tuve un insight tan básico que parece estúpido: Cancelarlos. Darles de baja de mi mente, sacarlos de la estantería de “pendientes” y simplemente cancelar. No lo hago, le doy de baja. Es algo muy simple pero muy potente. El resultado real de la cosa es prácticamente el mismo: vídeos sin terminar, que nunca iba a terminar pero que iban a ocupar lugar en esa estantería en mi cabeza de por vida, solo que ahora no son nada pendiente.

Casualmente, ahora me viene a la cabeza un proyecto pendiente desde el 2004; un vídeo de un viaje en auto atravesando la mitad Oeste de USA, del cual tengo los archivos originales en un disco duro porque “algún día lo voy a editar”. Guess what? Si no lo edité hasta ahora, no lo voy a hacer, por ende, la próxima vez que conecte ese disco, borro todo el material. Ya está, ya fué, no lo hice, borrón y cuenta nueva. A dedicarle ese pequeño porcentaje mental que ocupaba en mi cabeza, al presente.

Hoy esta persona con la que hablaba me mencionaba que no puede dejar cosas sin terminar y que en algún momento va a terminar ese proyecto que tiene pendiente. Mi consejo fué “cancelalo”.  Hacé las paces con el hecho de que no lo hayas realizado y cancelalo, descartalo, abrite del grupo, entregá lo que hiciste a los demás y que ellos sigan si quieren, pero cancélalo.

Y a eso quería llegar con este post; al poder que tiene la cancelación y liberarnos de ese compromiso en el cual nos metimos con nosotros mismos de hacer algo que no estamos logrando dedicarle el tiempo y energías necesarias para sacar adelante.

Cancelemos pendientes eternos y limpiemos nuestra estantería mental.

Hoy tocó.

Hace días que tengo pendiente subir un nuevo post a este blog. ¿el motivo? Mi cumpleaños, que ya pasó hace casi un mes, en el cual cumplí 37.Pero no tuve tiempo de sentarme tranquilo a escribir. O tal ves tuve, pero preferí dedicarlo a otra cosa que sentarme a esbozar palabras por acá.La cuestión es que ese era el motivo, pero ya no es más.


Pero hoy tocó, y acá estoy.
Hoy tocó repasar un par de cosas… Desde hace 2 años tengo pendiente terminar un video que quedó pendiente en mi canal de YouTube. El video ya no tiene sentido, y la mayoría del material es un picoteo de distintas tomas de 3 o 4 cosas diferentes que hice durante el 2017 y 2018, pero muy poca esencia. El 90% del video son filmaciones que hago cuando salgo a correr.


En realidad iba a editar otro video con un algunas tomas abstractas que filmé con el celular durante el verano, sumado a una corrida con mi amigo Diego Castaño, pero encontré el video anterior que me había quedado colgado, y ahora tengo 2 videos colgados.


El tema igual no es ese. No me puse a escribir acerca de los videos que tengo pendientes de editar, pero eso me vuelve a recalcar un tema recurrente que trato en este blog, que es el pasaje del tiempo. El primer video arranca con unas imágenes que me quedaron pendientes del 24 de Diciembre de 2017, por lo que mi “pendiente” ya lleva 2 años en los cuales constantemente me digo que “ahora nomás, algún día de estos, lo voy a volver a encarar”.


¿Me falta encarar? ¿Me estoy boludeando?No.. o si… depende. Es cuestión de prioridades. Hoy tengo otras prioridades, y al momento de decidir si sentarme a escribir o editar por hobby, termino optando por dedicarle ese tiempo a otra cosa, como a acostarme temprano, dormir, estar con mi hija o trabajar. Pero de todas maneras, queda esa piedrita en el zapato como que dejaste algo por la mitad.


Pero bueno, hoy tocó. Tocó también perder a un tío, muy querido y muy cariñoso al cual queríamos mucho. Tal vez esto fue lo que me empujó a venir acá y escribir algo. A sentarme un rato, sacar la mente del trabajo y el día a día par reflexionar y repasar.


Hay que reflexionar y repasar. Hay que frenar un minuto y observar el último tramo de camino recorrido. Porque si miramos siempre para adelante, estamos siempre viendo lo que viene, y cuando llegan, pasan, sin que las vivamos a pleno, porque ya estamos mirando lo próximo que hay adelante, con nuestra vista fija ahí. Siempre en lo que va a venir, dandole poca importancia a lo que tenemos alrededor.


Hay que frenar, mirar lo que tenemos alrededor, y mirar lo que pasó. Es parte de nuestra vida, es parte de lo que somos, y es lo que le da sentido a lo que hacemos.


Por eso Miguel, por más que para adelante no te veamos más, siempre vamos a poder tenerte recordando el camino recorrido. Muchas gracias por habernos acompañado hasta acá. Un abrazo, y nos volveremos a encontrar algún día.

Cómo vivir más

El fin de la vida es algo que nos saca el sueño a muchos. Nacemos, crecemos y la sociedad nos hace entrar en una rosca competitiva en la cual debemos avanzar y acumular la mayor cantidad de patrimonio posible; hacer plata, plata, plata; tener más propiedades, más liquidez, más espalda económica. El éxito se mide en comparación con los demás, y sí generamos más patrimonio, somos más exitosos Esto se convierte fácilmente en nuestro “objetivo”, y dedicamos nuestra vida a ganar puntaje (status). Creo que la mayoría de la sociedad tiene presente esta idea, pero no todos son conscientes de su grado de realidad; es como que “es así, pero no tan así”, pero ¿quien no ha faltado a un evento familiar porque tenía que atender un asunto laboral que le podría generar un ingreso extra? En ciertos casos es entendible y justificable, dado que si uno vive corriendo las cuentas de atrás, cualquier ingreso extra para acomodar el bolsillo tiene un enorme impacto en la atención y calidad de vida que le puede brindar a su familia, pero otros muchos ya tienen más que suficiente como para no tener necesidad de preocuparse más, sin embargo siguen en el juego de generar y acumular más.

La vida en este esquema es una vorágine con ese ímpetu de crecer y crecer. Con mucho movimiento, muchísimo desgaste y mucho estrés, hasta que se apaga la luz; se apaga la computadora y todo pasa a negro.

Algunos tienen suerte y ese momento les llega ya en la octava o novena década, con una vida “cumplida” en un proceso gradual que los ayuda a ir frenando, bajando la pelota al piso y poniendo el foco en otros aspectos.

A otros sin embargo, los agarra en la mitad, sin aviso. BAM!

NEGRO.

SILENCIO.

Puede venir mientras dormís y nunca más te despertás; o manejando acarreando un caos atrás tuyo; o puede venir en el trabajo, lejos de tu casa y tus seres queridos. Podés estar sólo en tu despacho, y que se apague la luz ahí mismo, sin poder darle un último abrazo o un último beso a tus hijos. Te van a esperar que llegues a tu casa a la misma hora como todos los días, pero nunca más vas a llegar; nunca más te van a ver.

No es changa. Por no es fácil pensar en este tema.

La nueva tendencia es a vivir más, a aumentar la cantidad de años que vivimos. Hay muchísimas investigaciones científicas sobre la longevidad y avances inimaginables que hacen de la posibilidad de vivir mucho más de 100 años cada vez más real. Incluso hay investigaciones que están descifrando clave del envejecimiento, apuntando a desacelerarlo, frenarlo e incluso revertirlo. La famosa “fuente de la juventud” de la cual se habla desde el sigo V A.C.

Aparentemente entonces podríamos quedarnos tranquilos de que la ciencia está haciendo lo suyo y que pronto no vamos a tener que preocuparnos demasiado sobre el fin de la vida y vamos a vivir mucho más.

Por un lado sí y por otro lado no. Había una canción que decía “Señora, no le quiere años a su vida, póngale vida a esos años” y otra frase que dice “no son los años de vida lo que cuentan, es la vida en esos años”.

¿Qué quiero decir con esto? Para vivir más no hay que vivir más tiempo, si no justamente como dice la frase, hay que vivir más. ¿Y como se vive más? Estando más presente, siendo consciente en cada momento, de lo que estamos y lo que no estamos haciendo. Quiero hacer énfasis en esto porque al verlo escrito es uno más de esos clichés como decía la canción de “ponerle vida a esos años”. Realmente hay que prestarle atención, asimilarlo y ser consciente.

¿Qué quiere decir estar presente y ser consciente? Estar presente significa estar prestando atención al momento y situación en la que estamos. Si es una reunión, estar con la cabeza ahí, no soñando o pensando en otra cosa. Si estamos cocinando, estar concentrado en eso y no pendiente del celular a ver si tenemos nuevos likes en Instagram. Entregarse al momento en el que estamos, que muchas veces puede no ser el momento o la situación en la que queremos estar, pero aunque nos guste o no, estamos allí.

Ser consciente por otro lado significa estar al tanto de lo que estamos haciendo y sus consecuencias. No significa dejar de hacer cosas pero si ser consciente de cuáles son nuestras opciones en el momento, cuál opción estamos eligiendo, y que estamos dejando de lado por elegir esa opción. Por ejemplo, si es tarde y estoy enganchado con una serie de Netflix sabiendo que al otro día tengo que madrugar, debo ser consciente de que si elijo mirar otro capítulo, estoy dejando de lado una hora de sueño. Es simple: una cosa o la otra. Si al otro día quiero estar descansado y enfocado, me voy a dormir. Debo poner en la balanza ambas opciones y evaluar que es lo que realmente quiero y me aporta más. Seguramente con la práctica, terminemos dejando de lado Netflix y prestando más atención a lo que nos sirve y nos hace bien. Volviendo al punto de la presencia, por otro lado, si elijo ver Netflix, entregarme a eso y vivir ese momento, sin estar preocupado de que mañana voy a estar cansado, dado que fue una elección consciente.

El objetivo con el hecho de ser consciente es reducir el tiempo que perdemos en cosas que no son importantes y de esa forma tener un poco más control sobre nuestra vida. Es muy fácil perder el tiempo una y otra vez periódicamente, y si no somos conscientes de ello, lo vamos a seguir haciendo hasta que un día decimos “que rápido que pasó el año che”, y volvemos a abrir Instagram. Todo ese tiempo “perdido”, o llamémosle tiempo de inacción, es tiempo que nos estuvimos “a la deriva”. El mundo sigue girando y pasan cosas, y todo momento de inacción es mirar desde las gradas. Si queremos tener un poco más de control de nuestras vidas, debemos reducir el tiempo a la deriva, y aumentar el tiempo de acción.

Si somos conscientes de que estamos perdiendo el tiempo, naturalmente vamos atender a dejar de hacerlo. Esto no quiere decir que dejemos de tener momentos de ocio o de “rascarnos”. Los seguiremos teniendo pero pasarán a ser activamente momentos con ese objetivo puntual, porque a veces necesitamos “rascarnos” y vamos a dedicarle el tiempo necesario a esa “actividad” de forma consciente.

Estos dos conceptos de la presencia y la conciencia deben trabajar simultánea y paralelamente en el día a día con el objetivo de suplantar instancias que no sumen vida por otras que si lo hagan. Es un mix de dos conceptos tan básicos que tienden a ser ignorados. Lo mejor es que cualquiera puede trabajar sobre ellos y así “vivir más”. No hace falta tener cualidades especiales. Tampoco son binarios, no es una cosa o la otra. Se puede ir trabajando sobre los mismos mejorando la calidad y cantidad de vida que le metemos a cada día. Todos los días puedo intentar hacer un poquito menos de algo que no me suma, remplazándolo por algo que si lo hace.

Todos los días tenemos oportunidad de enfocarnos en lo que estamos haciendo y vivirlo plenamente, o “sobrevivir el momento”.

Teniendo hijos, creo que este es uno de los mayores regalos que les podemos llegar a dar. Vivir con ellos y estar realmente presente con ellos en todos los momentos. Para ellos los padres son el centro del universo y todo gira entorno a la idolatría que sienten hacia nosotros. Si los ignoramos o secundamos, les estamos comunicando que son menos importantes que lo otro que tiene nuestra atención y no puede esperar.

En la teoría todo esto es simple y seguramente nada nuevo para nadie, pero es en la práctica donde está la magia. Para lograr interiorizarlo la clave es llegar al punto donde nos moleste hacer lo que sabemos no deberíamos estar haciendo.

El cerebro humano tiende a sobre evaluar remuneraciones inmediatas de bajo valor sobre remuneraciones más valiosas pero a largo plazo. Por eso siempre es más fácil dormir un ratito más que ir al gimnasio… placer inmediato versus trabajo con resultados a largo plazo. Para ganarle a esta chicana mental, la clave está en llegar al punto de sentirnos mal por las malas decisiones. Es mejor ir al gimnasio y pasar mal 60 minutos, que faltar y luego star todo el día molesto con uno mismo por no haber ido; 60 minutos vs. el resto del día de castigo mental.

Pasando en limpio, antes de preocuparnos por vivir más años debemos preocuparnos por vivir más presente el día a día. Teniendo en cuenta que 33% de nuestra vida la pasamos durmiendo, deberíamos intentar no desperdiciar el otro 67% restante.

Así que, ¡a vivir!. A respirar aire, mirar alrededor, sentir, escuchar, disfrutar. La vida es corta y si no le prestamos atención, se va en un abrir y cerrar de ojos.

A continuación, algunos tips o situaciones que me ayudan a mi a vivir más:

DESCANSO:

  • Dormir es parte de la vida y es necesario dormir bien para vivir presente. Entender que mi sueño es mucho más importante que una serie de Netflix o un montón de actividades de remuneración de corto plazo.
  • Permitirme breves siestas. Es mejor dedicarle 30/40 minutos a descansar que estar toda la tarde improductivo.
  • Libro recomendable sobre el tema descanso: “The Sleep Revolution” – Ariana Hufftington

TIEMPO:

  • Las series y el 99% del contenido que vemos en TV es perdida de tiempo.
  • Evitar la distracción porque es antagónico a ser consciente.
  • Consumir series y películas no por distracción mental si no como “family time”.

HIJOS:

  • Darles toda la atención posible. Cuando piden estar conmigo, darles eso.
  • Buscar e inventar actividades para hacer con ellos.
  • Buscar estar siempre inspirándolos, despertando su curiosidad y asombro.
  • Observarlos y admirarlos todos los días. No darlos por sentado. Buscar despertar ese amor incondicional todos los días y sentirlo.

SALUD:

  • Alimentarse bien. Evitar comida chatarra. Minimizar excesos.
  • Aumentar consumo de frutas/verduras y reducir la dependencia de proteínas animales.
  • Evitar sobre-consumir carne
  • Evitar alcohol innecesariamente (nunca es necesario)
  • Mantener actividad física constante (gimnasio, bici, correr).
  • Meditación
  • Prestar atención a lo que dice mí cuerpo. -qué siento, dónde me siento débil, qué me duele, qué me cae mal, etc.

Mientras pude, siempre estuve ahí

Hola, ¿que tal?

Ya pasaron más de 3 meses desde mi último post. En el camino, pasaron muchas ideas variadas de cosas para escribir, desde temáticas como la democratización de la energía (eléctrica), a introspecciones más profundas o simplemente compartir imágenes, fotos o video.

Siempre lo voy dejando para cuando tenga un buen momento tranquilo, en el cual pueda  enfocarme en la temática, pero ese momento no llega.

Entre semana, la prioridad-secundaria es el trabajo; administrativo, promocional, estratégico, pero trabajo. ¿Porque digo la contradicción “Prioridad secundaria”? Porque la prioridad suprema es siempre mi hija, Alfonsina. Ya sea llevándola al jardín, yendo a buscarla, o cambiándole los pañales.

Después del trabajo, cuando estoy en casa, a veces me queda algo pendiente para terminar, pero si no, volvemos a la prioridad número uno; darle atención a Alfonsina. Estar con ella, jugar, conversar, bañarla, vestirla, darle de comer, y más tarde dormirla.

Después de dormida la beba, es el momento de la cena en pareja y después de esto, ya es tarde y básicamente hora de dormir.

Como manifestación clara de esto que escribo, entre la última oración y este nuevo párrafo pasaron aproximadamente 7 horas.

Y entre el párrafo anterior, y este, pasaron más de 48 horas.

¿Realmente se queda uno sin tiempo para nada cuando tiene hijos?

No, tiempo hay, pero las prioridades se ordenan de forma más rígida y uno tiene que elegir en qué prefiere invertir su tiempo. Por ejemplo, si estoy escribiendo o leyendo, y viene Alfonsina queriendo interactuar conmigo, largo todo y le doy la atención que me pide y se merece; más aún habiendo estado casi todo el día fuera de casa. Lo menos que puedo hacer es dedicarle el tiempo que tengo disponible para estar en familia.

Hay gente que piensa que esto es una carga, un peso o un problema. Yo no lo veo así, es simplemente como decía antes, las prioridades son otras, y son claras. Cuando dejo algo de lado para estar con mi hija, no lo hago con angustia prefiriendo haberme quedado haciendo lo que estaba haciendo en primer lugar; lo hago feliz en el alma.

Uno tiene que buscar momentos en los que pueda dedicar tiempo a si mismo, pero como esos momentos son mucho más escasos, recurrimos a la jerarquización y selección de las demás prioridades. Me puedo levantar todas las mañanas un par de horas antes y dedicarme a escribir, pero también ahí es cuando podría ir al gimnasio, salir a correr, o simplemente dormir y descansar más. Ganan las anteriores por sobre escribir; voy al gimnasio, practico meditación o duermo más, y no escribo.

Algo notorio que me pasó a mi con la llegada de un hijo -y supongo que le debe de pasar al 90% de las personas- es que el pasaje del tiempo se manifiesta con mucho más claridad, y la “velocidad” con la que el mismo pasa, es mucho más evidente. Esto creo que se dá por varios motivos. En principio, el crecimiento y desarrollo de los niños es tan radical que evidencia de forma dramática el pasaje del tiempo. Todas las semanas hay pequeños avances nuevos, todos los meses hay cambios y comportamientos nuevos, y en el correr de un año, pasan de ser como larvas inactivas a pequeños demonios enchufados a 380v. Por otro lado, está la escasez de tiempo, lo que lleva a uno a prestarle mucho más atención y ser consciente en cada momento libre de qué actividad podría estar realizando para aprovecharlo mejor. El desperdicio del tiempo es algo que toma mucho más presencia e importancia en el consciente de uno. Antes, podría perder tiempo mirando contenido sin sentido en la TV, alguna serie estúpida solo para pasar el tiempo. Ahora, cada vez que pierdo tiempo pienso que podría estar haciendo algo más productivo, ya sea de trabajo, como de desarrollo personal, o tareas del hogar; cualquier cosa que literalmente sirva para algo. En cambio, si decido “perder” el tiempo, hacerlo de manera que no sea tiempo perdido, si no invertido en mi mismo, en paz mental, como sentarse a mirar el lago o tirarse al sol.

Con un hijo bebé, todo momento compartido es un momento mágico. No basta solamente con estar presente de a ratos. Cada instancia tiene pequeñas cosas mágicas. Cambios de pañal, miradas, gestos, ruidos, palabras, sonrisas, tropezones, llantos; en todos siempre hay algo que hizo que ese momento valga la pena. Creo que esto es clave para verlos y vivirlos crecer. Desde que nació Alfonsina me han repetido incansables veces que la disfrute bien porque crecen muy rápido, cosa que es verdad, y ahí es donde está eso que digo de estar presente siempre, por lo menos un 99% presente. Si no, un día la mirás y pensás cuando habrá crecido tanto, con un leve sentimiento de nostalgia y lamento por haberte perdido algo. Creo que la clave está ahí, en pensar y darte cuenta que no te perdiste nada, y que mientras pudiste, siempre estuviste ahí.

36

Dentro de unas pocas horas cumplo 36. Uno piensa hacia atrás, y cuando tenés 15 años y pensás lo que te falta para llegar a los 30, te quedás tranquilo, porque es básicamente otra vida entera más, y pensás todos los recuerdos que tenés durante esos primeros quince años, y son tantos, en tantas etapas distintas que parece mucho más. Te creés que ya sos bastante grande, y pensar que pasaste desde bebé a la pubertad te hace creer que de ahí a los 30 tenés para rato.

Pero abrís y cerrás los ojos y tenés 36. Pasaron 21 años desde esos 15, y dentro de esos 21 años, pasaron muchísimas cosas, pero sin embargo no parece tanto como los primeros 15, y además pasaron mucho más rápido.

¿Cual es el yeito que tienen los 36? Es que ya empezaste la recta final de los 30 hacia los 40. De los 30 a los 35, estás creciendo en tu década de los 30, pero cuando pasas al 36, ya empezaste la cuenta regresiva hacia los 40.

Ojo, no tiene nada de malo cumplir 36, ni 40, pero te hace pensar. A esta altura, cada año es más importante que el anterior por varios motivos.

Primero, está la salud física. Ya tu cuerpo no es el mismo que en la adolescencia, y si lo maltratás, a esta altura se notan las consecuencias. Ponerse en forma a esta edad cuesta el triple que a los 20, y si ya venís en la lona, es mucho más difícil.

Segundo está el tema de la salud mental y afecciones. Valorás el triple la calidad de cada momento; con quién lo pasás, como lo pasás y que hacés. Intentás no perder tiempo con cosas que no suman valor a la vida. Apreciás más estar pasando un rato con seres queridos, descansando, respirando aire limpio y estando presente.

¿Y qué pienso yo de mis 36 años

Hasta los 15 no tengo mucho que decir. La pasé bárbaro siendo niño y haciendo lo que tenía que hacer.

De los 20 a los 30 me dedique a hacer mayormente estupideses y a perder mucho tiempo, de el cual si me pongo duro conmigo, me arrepiento, pero por otro lado pienso que fué el camino necesario para llegar al nivel de maduración que tengo hoy, que no se si será super o no, pero yo estoy bastante contento y convencido del mismo (consciente de que me queda mucho camino para recorrer). Pero me veo a nivel general en una maduración que me tiene en paz interna. Me podrá ir bien o mal, pero estoy convencido de lo que hago, y tengo mis valores que me guían en, y aunque muchas veces entran en conflicto con “lo que hacen todos los demás”, yo estoy tranquilo con mis elecciones.

Creo que el hecho de haberme forjado mis valores a prueba, error, golpe y estupideses, hace que los mismos sean más firmes. Nadie vino con un libro y me convenció de un día para el otro en lo que tengo que creer y como tengo que actuar, si no que me amoldé a los ponchasos durante estos 36 años.

Y dentro de las experiencias que nos forman y nos llevan a ser lo que somos, tenemos que identificar cuales fueron por elección propia, y cuales nos tocaron. Por ejemplo, si alguien tuvo un accidente que le cambió la vida por manejar alcoholizado, esa fué una elección propia con la que va a tener que lidiar psicológicamente de manera muy dura, mientras que si su problema es que perdió a un ser querido,, no fué su elección, si no que le tocó.

Creo que es clave analizarse abstrayendose de uno mismo y viéndose desde afuera con total honestidad dejando el ego de lado. Cuando te observás, no hay nadie juzgando más que tu mismo, por ende, nada te debería de dar vergüenza. Sin embargo muchas veces sucede que sí, y en esos casos, ahí se levanta una banderita que te indica que tenés que detenerte en ese punto y analizarlo a fondo. Si tu ego te saca con excusas, vas por el mal camino; tenés que verte desnudo.

Eso es cuando uno mira hacia atrás, pero también se puede (y hay que) mirar hacia adelante. ¿hacia donde quiero ir? ¿Estoy en un camino que por lo menos apunta en la dirección que quiero ir? ¿Tengo forma de encontrar un camino más firme y directo? No siempre uno tiene el camino directo del punto A al B, y eso está bien. Es más, muchas veces empezamos con intención de ir al punto B y en el viaje vamos aprendiendo que en realidad es mejor ir a C o D. Pero lo importante es ser consciente de que vamos por un camino, y que ese camino tiene una dirección, e identificar si esa dirección nos acerca o nos aleja de nuestro objetivo.

Algunas lecciones muy importantes que he aprendido en estos 36 años, sin orden especifico:

  • Identificar quienes son “seres queridos” de verdad y cultivar esas relaciones.
  • No importan los enemigos, no vale la pena perder tiempo con ellos. Enfocarse en los seres queridos.
  • Estar chequendo constantemente de ir en el rumbo que queremos ir.
  • Encontrar e identificar nuestros valores internos y vivir en función de ellos. Énfasis en NUESTROS VALORES INTERNOS. No comprar valores adoctrinados simplemente para tener valores. Forjarlos nosotros.
  • No perder tiempo. De los 15 a los 30, no perder tiempo con cosas que no suman (TV, fiestas, joda, etc.) Enfocarse en salud, deporte, vivir el presente y trabajo. Más que nada entre los 20 y los 30 que es cuando más vamos a poder hacer eso. Son los años que tenemos más energía y que podemos ser más productivos y que nuestro esfuerzo rinde más, y generalmente los desperdiciamos. Ojalá me hubiese dado cuenta de esto antes. A veces pienso ¿por que nadie me lo dijo antes?, y no te lo tienen que decir, lo tenés que entender tu. Si me lo hubiesen dicho, me hubiese entrado por un oido y salido por el otro. De hecho, probablemente me lo hayan dicho, y haya sucedido justamente eso.
  • Siguiendo el punto anterior, si te das cuenta de algo que tuviste que haber empezado antes, no pierdas ni un segundo más lamentándolo y EMPEZÁ YA. Nunca es tarde para empezar, y como dice el proverbio Chino, “El mejor momento para plantar un árbol fué hace 20 años, el segundo mejor momento es ahora”.
  • Acción! No procrastinar. Eso de “arranco el Lunes” no va. Si te decidiste a hacer algo, arrancá ya.
  • Hábitos: Los hábitos te definen. Si todos los días salís a correr, vas a ser un runner. Si todos los días hacés la cama, vas a ser una persona prolija. Y esos hábitos terminan definiendo tu forma de actuar globalmente.
  • Nadie es dueño de tu vida. Ni tu pareja, ni tus padres, ni tu jefe. Tu vida es tuya y por más que a veces no sea fácil romper relación con alguien que se apropia de ella, por lo menos sé consciente de lo que está pasando e intentá manejarlo de la manera que creas que debas manejarlo. Pero que no te pasé por arriba la situación sin saber que es lo que está pasando.
  • No gastes plata al pedo en boludeses. Todo lo que compres tiene que sumar valor. Si no lo necesitabas hace un tiempo, probablemente no lo necesitás ahora.
  • Desprendete de las cosas materiales. Todo objeto material que tengas te esclaviza un poco. Primero y sin pensarlo, desprendete de lo que no usás, ya sea ropa u objetos. Si no lo usaste en un año, no lo vas a usar. Segundo, no sumes cosas materiales a tu vida, TODAS te esclavizan un poco. No necesitás la mejor TV y un playstation ni butacas de Hans Fritz. Tener cosas, te va a crear preocupación de que te las roben, de que se rompan, etc. Menos cosas = menos preocupaciones.
  • Buscá la tranquilidad mental. Tranquilidad de no tener que preocuparte por pagar cuentas, de poder moverte con libertad sin tener una mochila que te pese mucho.
  • Conseguite tu refugio e intentá que tu vida no dependa 100% del sistema.

Seguramente se me puedan ocurrir muchas más, pero si sigo entro a hilar más fino no paro. Muchas de estas lecciones las “aprendí” pero no todas las pude aplicar o poner en práctica todavía, pero son parte de los valores que me guían y marcan mi camino.

Cuestión es, en un par de horas cumplo 36. Dicen que el vino se pone mejor con los años. Si bien la biología no nos ayuda a que suceda lo mismo con nosotros, día a día podemos esforzarnos para ser un poco mejor que el día anterior, y así, intentar parecernos más al vino.

Salú.

Hello World!

Hola, ¿Que Tal?

Este es el famoso “Hello World”, el primer post del blog. Básicamente acá debería introducirme y comentar un poco de que se va a tratar esto… bueno pues, me llamo Matías Baridon, soy casado, con una hija de 15 meses y en 4 días cumplo 36 años.

No es mi primera aparición en internet. Tal vez me conozcan de experimentos online ya fallecidos como larejoda.com, u hormigonerd.com; o la serie de YouTube “The Life of Matías” que llevé a cabo durante casi 2 años, o “Smoothie TV”, o de repente nos cruzamos en twitter donde soy @matisito, o instagram donde también soy @matisito, o en el Mac User Group más grande y antiguo de Uruguay, donde figuro como Matt, o en mi serie de Podcasts que quedó en pausa llamada justamente “Hola Que Tal”. En fin…

A lo que voy es que esta no es mi primer aparición en internet, tengo y tuve varias. Entonces, ¿para qué una más? Ese es el punto, esta no es “una más”, si no que es LA.

Lo que me sucede constantemente es que me gusta generar y aportar contenido a la nube, con el objetivo de poder compartir pensamientos, ideas, experiencias, enseñanzas, alegrías y tristezas. Creo que en la vida de cada uno hay una enorme cantidad de contenido interesante y de gran valor para muchos, y la manera de mantenerlo vivo es compartiéndolo públicamente. El problema es que terminé teniendo una serie de canales de contenido desperdigada por la red… He escrito pensamientos en Medium y Tumblr, compartido fotos en instagram, videos en YouTube, ocurrencias en Twitter, tips tecológicos en Hormiganerd.com y no se cuanta cosa más, y al final termino con muchos canales con poca cosa.

Lo que quiero hacer acá es centralizar. Mi objetivo es que este sitio sea el punto donde todo eso converge o de donde todo eso nace. De esa forma centralizo no solo el contenido generado por mí, si no que también se centralizan los comentarios y aportes de quienes me regalen el placer de consumir mis palabras.

Hoy no tengo mucho más para decir. No quiero llenar el éter digital con palabrerío. Simplemente con estas palabras, la intención es dar el puntapié inicial a este proyecto, y un punto de partida para quienes llegan sin conocerme.

Debajo, dejo una lista de mi universo digital tanto difunto, como activo:

Foto: @diegothx