Hoy estuve con una persona hablando de todo un poco. Fue como una verborragia de recuerdos y puesta al día en unos pocos minutos. 

Entre todo eso llegamos al tema de “proyectos pendientes”.

Puntualmente esta persona tiene un proyecto pendiente con un amigo en común, el cual llevan ya como dos años intentando realizar. 

A mi me habían invitado a participar del mismo y cordialmente decliné la invitación.

Por otro lado, hace unos minutos estaba repasando mi último post en mi blog, en el cual menciono un vídeo que tengo pendiente editar hace 2 años, y luego otro vídeo nuevo que iba a editar pero ni siquiera comencé.

Son un tema los “proyectos pendientes”. Esos proyectos paralelos a la vida diaria que pretendemos hacer por amor al arte. Es difícil, entre otras cosas, porque esa vía “paralela a la vida” por donde pretendemos llevarlos vive en nuestra imaginación más que en la realidad. En nuestra imaginación visualizamos una carretera doble vía donde los llevamos adelante, pero en la realidad es un camino vecinal muy angosto y lleno de pozos. La capacidad de soportar proyectos paralelos que tiene ese camino es mucho menor de lo que creemos. Esto lleva a que muchos proyectos nos queden colgados, lo cual tiende a provocarnos frustración.

¿Entonces que hay que hacer? ¿Hay que resignarse y vivir la vida atareada sin llevar proyectos personales por amor al arte?

Yo creo que se pueden y que se deben llevar proyectos paralelos, pero debemos ser francos y tener clara la capacidad que tiene ese camino vecinal por donde los mismos transitan. Para algunos es más grande y para otros no lo es tanto.

¿A que voy? A 2 cosas.

Primero, que hay que ser realista a la hora de sumar un proyecto paralelo. Ya sea que nazca de nosotros o que nos inviten a participar de uno. Generalmente pasa que a estos proyectos se le ponen plazos lejanos. Sabemos que no tenemos el tiempo para dedicarles full time, entonces, se ponemos un deadline medianamente lejano, y eso nos da la falsa sensación de que tendremos tiempo de cumplirlo. Lo que sucede en la realidad es que no le dedicamos tiempo al proyecto hasta estar cercano a ese deadline, y cuando él mismo llega, lo incumplimos, y todo se aplaza y de esa forma el proyecto que iba a llevar 6 meses lleva años.

Hay una buena técnica para tomar la decisión de sumarme o aceptar un nuevo proyecto (la misma no es mía, la leí por ahí), que es tan simple como evaluar si aceptarías el desafío si su deadline fuese en un plazo de una o dos semanas. En algún momento, ese deadline medianamente lejano, va a ser la semana que viene, y en ese momento estaremos igual de ocupados que ahora. Por ende, si no puedo considerar sumar ese desafío con un deadline de una o dos semanas de la fecha actual, ya lo rechazo. El vencimiento a mediano plazo es una falacia.

Segundo, hay que aprender a Cancelar. Acá vuelvo al caso de mis dos vídeos que tengo “colgados” hace ya aproximadamente 3 años. Algo que no mencioné en mi último post, es que ya los cancelé. En un momento pensé que capaz debía cerrarlos en su estado actual, exportarlos y subirlos a YouTube porque el hecho de que sean sin terminar era parte de lo que eran. Eran eso, vídeos sin terminar. Pero después tuve un insight tan básico que parece estúpido: Cancelarlos. Darles de baja de mi mente, sacarlos de la estantería de “pendientes” y simplemente cancelar. No lo hago, le doy de baja. Es algo muy simple pero muy potente. El resultado real de la cosa es prácticamente el mismo: vídeos sin terminar, que nunca iba a terminar pero que iban a ocupar lugar en esa estantería en mi cabeza de por vida, solo que ahora no son nada pendiente.

Casualmente, ahora me viene a la cabeza un proyecto pendiente desde el 2004; un vídeo de un viaje en auto atravesando la mitad Oeste de USA, del cual tengo los archivos originales en un disco duro porque “algún día lo voy a editar”. Guess what? Si no lo edité hasta ahora, no lo voy a hacer, por ende, la próxima vez que conecte ese disco, borro todo el material. Ya está, ya fué, no lo hice, borrón y cuenta nueva. A dedicarle ese pequeño porcentaje mental que ocupaba en mi cabeza, al presente.

Hoy esta persona con la que hablaba me mencionaba que no puede dejar cosas sin terminar y que en algún momento va a terminar ese proyecto que tiene pendiente. Mi consejo fué “cancelalo”.  Hacé las paces con el hecho de que no lo hayas realizado y cancelalo, descartalo, abrite del grupo, entregá lo que hiciste a los demás y que ellos sigan si quieren, pero cancélalo.

Y a eso quería llegar con este post; al poder que tiene la cancelación y liberarnos de ese compromiso en el cual nos metimos con nosotros mismos de hacer algo que no estamos logrando dedicarle el tiempo y energías necesarias para sacar adelante.

Cancelemos pendientes eternos y limpiemos nuestra estantería mental.

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